YO SOY EL MONSTRUO
Nací crédula,
expectante, curiosa
y urgente.
Tenía mucho que
ofrecer
y aún mas que
asimilar.
Solo bastó un grito
para el bosquejo
del ogro.
Los silencios, las
distancias,
las ausencias
sombrearon lentas
su perfil:
la gravedad de la
mueca de su boca,
las profundas
arrugas de sus ojos,
la desproporción de
su tamaño,
la imposición de su
presencia…
Creció a mi lado
unos años
en la ausencia de
luz,
en los mortificados
sueños,
en los juegos
inocentes.
Luego fue un golpe
y en el llanto
penetró
garganta abajo.
Dos golpes, cien
y de perdidas
cuentas
dejé de reconocer
su sombra.
Pese a todo, fiel
amigo.
Me había
acostumbrado
a su calor.
Le busqué en los
libros,
en las canciones,
en los levantes y
en los ponientes,
en el fruto del
olivo caído,
en la arcilla
terrosa tras la lluvia
hasta abrirme la
cabeza en los espejos.
Allí, en un pequeño
trozo de vidrio,
le intuí.
Mi voz,
su cavernoso
sonido.
Mis ojos,
el terror continuo.
Mi cuerpo,
el andar deforme,
la huella pesada.
Mi sonrisa,
la imbécil curva de
serpiente.
¿Lo ves?
Yo, que ya no soy
ella.
Yo, el ogro cruel
marrón-grisáceo,
que busca grutas a
solas
para que nadie
conozca
a su niña,
huye de todos,
del daño y el
dolor,
con mas miedo que
vergüenza.
MARÍA RAMOS. "METALINGÜÍSTICA EN VENA". EDITORIAL LINEAS DIFUSAS. 2016 (C)
Impecable
ResponderEliminarMuchas gracias, Gino. Y perdón por el retraso en la contestación. No había visto tu comentario. Un gran abrazo.
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